No creo que te olvidemos tan pronto

Querido Jorge,

Hace hoy ya seis años que nos dejaste.
Muchos, aún seguimos sin comprender,
sin entender, sin asumir que ya no estás.
Apareces en nuestros recuerdos,
en nuestras conversaciones,
en nuestros reencuentros,
en las mil y una anécdotas…

Apareces en la historia de nuestras vidas, porque a este mundo loco le hace falta gente como tú. Los que tuvimos la suerte de conocerte, de trabajar juntos, de reír, de llorar y de compartir la vida, queremos hoy decirte que, sigue sin ser fácil olvidarte. Te echamos de menos.

Adjunto, para aquellos que no tuvieron la oportunidad de leerlo, el escrito del Sr. Lodder en la Revista Ejecutivos – Número 153 – Abril 2005.

Adiós a un Colaborador – Ton Lodder

“Tenía previsto escribir sobre un tema que probable mente fuera más interesante para los lectores de una revista de negocios como ésta, pero no me sale. No me sale porque me está perturbando algo que aún no he podido asumir. Me da vueltas en la cabeza y he decidido usar esta columna para escribir una nota necrológica de uno de mis colaboradores del que hemos tenido que despedirnos recientemente. Espero que este reconocimiento público a un empleado ejemplar, ayude también a su familia, sus amigos y compañeros de trabajo a sobrellevar su muerte prematura.

No es habitual que se escriba un obituario para un empleado, normalmente esto está reservado a gente conocida o a quienes se han distinguido por algo muy especial durante el transcurso de su vida. Creo, sin embargo, que es un buen momento para brindar un homenaje a una persona noble y trabajadora como Jorge y a la vez a todos los que formaron parte de su equipo, del que él era un integrante importante.

Jorge era uno de los muchos chicos y chicas que se presentaron para el casting que hicimos a finales de 2000 para seleccionar el equipo de un nuevo Hotel en Madrid.
Fue una experiencia única y fue la base de una de las épocas más gratificantes de mi carrera como director de hotel. A través del casting conseguimos seleccionar un equipo muy diverso pero homogéneo a la vez. Diverso en sus intereses personales, en sus procedencias y niveles de preparación. Homogéneo en lo que se refiere a sus actitudes hacia ellos mismos y los demás, en la ilusión y las ganas de superarse.

Fue una ocasión en la que esperaba que el sistema de selección nos permitiera contar con un buen equipo, pero los resultados superaron todas mis expectativas. Era un inmenso placer ver trabajar a este quipo; en el que cuando uno dejaba caer algo, el otro lo recogía y no con el objetivo de demostrar a los demás lo buena persona que era, sino para ayudar al otro. No crean que no había algún malentendido y, por supuesto, tuvimos algunos conflictos como es de esperar en cualquier equipo, pero nunca superaron más de un momento de malestar. Si alguno pasó la raya, los demás se encargaron de ponerlo en su sitio. Pero gracias a esta homogeneidad se formó un verdadero equipo. Muy unido, lleno de energía y muy alegre, pero a la vez concentrado en el trabajo. Crearon un ambiente magnífico entre ellos. Un ambiente que aún sigue en pie gracias a que ellos mismos se preocuparon de mantener esta armonía y con el apoyo del Director que me sucedió en el cargo. Consciente o inconscientemente formaban una piña que, cuando entraba una persona nueva y no se adaptaba a las reglas del juego, se le expulsaba de manera natural.

Jorge fue una de las personas que formaron parte de este equipo desde el principio. Estaba trabajando en otro hotel, pero se sintió atraído por el casting. Fue elegido por unanimidad por el comité seleccionador. Su cara de chico bueno, mirada alegre y atenta, era el fiel reflejo de una buenísima persona que estuvo siempre dispuesta a ayudar a los demás. Sus ojos vivos expresaban su inteligencia y sus impecables maneras eran parte de su modo de ser. Era sin duda un chico con mucha proyección, pero por desgracia de la suerte, que es parte de la vida, no pudo desarrollar su potencial. Un tumor cerebral hizo que en pocos meses se apagara su vela, aunque no sin dejarnos su última lección; mantuvo su optimismo y buen humor hasta el último momento.

En su entierro volvimos a encontrarnos para acompañarlo en su último viaje. Nadie encontraba una explicación a porqué se lo habían llevado a él. No era justo. Todos nos sentimos como si nos hubieran atacado en el corazón de nuestra existencia y sin que pudiéramos hacer nada contra ello. Descansa en paz, Jorge, no creo que te olvidemos tan pronto. Seguirás vivo en nuestros corazones y estoy seguro de que, no importa donde trabajemos, siempre llevaremos una parte de este espíritu de colaboración y compañerismo que aportaste al equipo. A lo mejor ésta es una historia que se produce todos los días, pero a veces es importante recordar lo efímera que es la vida y lo importante que es colaborar entre todos cuando aún podemos hacerlo. Gracias, Jorge, por recordárnoslo. Que descanses en Paz.”

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  1. Pingback: Entrevista Jorge de la Vara (Nov. 2004) | Alex González Pozo | www.alexgonzalezpozo.es

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