Querida mamá:
Probablemente cuando leas esta carta te ruborizarás y tus ojos comenzarán a liberar un par de emocionadas lágrimas. Pero lo cierto es que esta es una de las instancias en las que siento que encontrarás lo mejor de mí plasmado en estas líneas, lo mejor que, precisamente, resultó gracias a ti. Y por eso quiero agradecerte enormemente.
Eres simplemente la mejor madre que he conocido. Siempre has estado ahí, presente, apoyándome en todas las cosas y potenciando mis cualidades para que yo pueda convertirme en una gran mujer. Fuiste paciente en todo momento, y lo eres hoy en día, sobre todo en aquellos instancias en los que ni yo me soportaba.
Me enseñaste a ser grande y fuerte. A ser paciente, comprensiva y responsable. Me enseñaste el verdadero valor de la amistad y cómo esta puede durar a través de los años. Me enseñaste que lo más importante que siempre voy a tener será mi familia, pues siempre estará conmigo a pesar de todo.
Me enseñaste que ser inteligente no es malo, y que aquellos que envidian esa cualidad simplemente no vale la pena ponerles atención. Me enseñaste a luchar por mis sueños, a demostrar mis valores y a potenciar mis aptitudes.
Y lo más importante: me diste la vida. Creo que sentir mi crecimiento dentro de tu vientre fue una de las cosas más mágicas para ti, pues sentías que había alguien que se conectaba de una manera maravillosa contigo, y esa conexión nunca se iba a perder. Te preocupaste en todo momento por mí, procurando cuidarme para que creciera sanamente y sin problemas. Y creo que esa es una de las cosas que más se destacan de ti, pues eres increíblemente preocupada y atenta.
Quiero darte las gracias por ser mi apoyo, por contenerme cuando lo necesité, por decirme la verdad cuando era necesario, por estar ahí conmigo. Quiero agradecerte por ser fuerte y nunca bajar los brazos mientras me criabas a mí y a mis hermanos. Por ser tan brillante y solidaria, pues no dudas cuando de ayudar a alguien se trata.
Gracias por enseñarme a ser una buena persona. Gracias por alegrarte por mi felicidad y llorar por mis tristezas; por celebrar mis triunfos y por enseñarme a aprender de las derrotas.
Pero lo más importante, gracias por ser la mejor.
Gracias por ser tú, mi mamá.
Fuente: Por Andrea Araya Moyav